Ahí estaba yo, acomodando las cosas de mi vida. Tratando de memorizar lugares, llena de sonrisas y de ilusiones. Lo seguía con los ojos cerrados, sin temer a dar ese gran paso. Recibiendo sus palabras, sin analizarlas, sin antes estudiarlas. Tomando cada detalle de él, para poder guardarlo en mi caja de cosas especiales. Abriéndole mi corazón, sin ocultarle ningún sentimiento, mostrándole simplemente lo que soy. Y ahí estaba él, quién sabe donde. Dejando atrás todos mis sentimientos, guardándonse todas sus explicaciones, cegado por su orgullo. Siguió sin darme un motivo, dejándome con miles de cosas para decirle. Ni siquiera se dio vuelta para decirme un simple "adios" ...